Durante los últimos años ha cobrado fuerza la idea de que sólo experimentando emociones de las llamadas positivas  se puede aprender. En unas pocas décadas hemos pasado de “la letra con sangre entra” a “sólo si estamos alegres o entusiastas aprendemos”. ¿Cuál es la razón de un giro tan radical? ¿Estamos frente a un cambio de perspectiva que descansa sobre hallazgos empíricos o se trata más bien de una nueva moda educativa?

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