Pocas cosas podrán afirmarse con tanta rotundidad sobre “la escuela del futuro” como que la diversidad será –es ya– una de sus señas de identidad. Y no sólo en términos cuantitativos –un incremento en el número de alumnos que responden a este perfil y precisan apoyo-, sino también en la propia heterogeneidad que configura el término diversidad.