No nos inquietemos; responder a preguntas sobre los textos es una actividad útil para mejorar la comprensión lectora, eso sí, su eficacia va a estar condicionada por la selección de textos, por la calidad y variedad de las preguntas y por la información que reciba el alumnado sobre cómo ha sido su respuesta, cuál sería una buena respuesta y por qué sería una buena respuesta.

En este artículo parto de la base de que no existe un método científico de enseñanza de la lectura.

¿Cuál es el mejor método para aprender a leer? ¿Es suficiente con leer textos y responder preguntas sobre ellos para entrenar la comprensión lectora? ¿Cómo podemos mejorar la decodificación? ¿Y ampliar el lenguaje? ¿Basta con enfrentarse a palabras nuevas y memorizar su significado? ¿Qué más podemos hacer? ¿Cómo podemos incentivar que a nuestro alumnado le motive la lectura?

Tanto las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como las redes sociales han suscitado, ya desde sus orígenes, grandes debates sobre la idoneidad de su uso en el aula por parte de estudiantes, docentes y familias. Estos debates complican las decisiones de los equipos directivos de los centros educativos, que se dividen entre quienes apuestan firmemente por el uso de TIC de manera global y quienes prefieren un uso más focalizado en la propia competencia digital.

¿Aprendemos mejor con las TIC en el aula? ¿Papel o en pantalla? ¿Sigue siendo necesario practicar la caligrafía o nos centramos en la escritura digital? ¿Cuáles son las ventajas de las pizarras digitales? ¿Es necesario que cada estudiante tenga su tablet o portátil? Y, ¿qué hay de las redes sociales?

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