No nos inquietemos; responder a preguntas sobre los textos es una actividad útil para mejorar la comprensión lectora, eso sí, su eficacia va a estar condicionada por la selección de textos, por la calidad y variedad de las preguntas y por la información que reciba el alumnado sobre cómo ha sido su respuesta, cuál sería una buena respuesta y por qué sería una buena respuesta.

En este artículo parto de la base de que no existe un método científico de enseñanza de la lectura.

Tanto las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como las redes sociales han suscitado, ya desde sus orígenes, grandes debates sobre la idoneidad de su uso en el aula por parte de estudiantes, docentes y familias. Estos debates complican las decisiones de los equipos directivos de los centros educativos, que se dividen entre quienes apuestan firmemente por el uso de TIC de manera global y quienes prefieren un uso más focalizado en la propia competencia digital.

¿Aprendemos mejor con las TIC en el aula? ¿Papel o en pantalla? ¿Sigue siendo necesario practicar la caligrafía o nos centramos en la escritura digital? ¿Cuáles son las ventajas de las pizarras digitales? ¿Es necesario que cada estudiante tenga su tablet o portátil? Y, ¿qué hay de las redes sociales?

Hoy en día, es habitual escuchar la idea de que orientar la educación hacia la adquisición de conocimientos ya no es importante, porque todo está a nuestro alcance en Internet. Quienes defienden esta postura suelen añadir que lo importante realmente es aprender a resolver problemas, desarrollar el pensamiento crítico y fomentar la creatividad.

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